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VOY MUY poco a ver a Carlos Manzano. Pero el otro día el traductor de Henry Miller me reconoció al pasar por delante de su librería campestre en el mercadillo de Las Dalias. Se estaba comiendo un melocotón y algunos restos se habían quedado pegados a su nariz. No restos pequeños, sino contundentes como garbanzos. Pensé en decírselo pero ya llevábamos demasiada conversación, tan rápida que cuando llegamos a Gramsci (últimamente se llega enseguida a Gramsci) lo encomendé todo a que se cayeran accidentalmente. Y en algún momento, como si recordara algo urgente, me soltó: ¿Te han hecho ya la carta astral?

De poco sirvió que le dijera que no creía en esas cosas. Pero tras resistirme un poco comprendí que era lógico que el tipo que había traducido al español Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio, dos de las obras maestras más controvertidas y delirantes de la literatura universal, en una casa de Ibiza sin luz ni agua, hiciera cartas astrales.

Trópico de melocotón, en EL MUNDO