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Durante el juicio del caso Nóos un analista en facciones se puso a explicar por la tele el rostro de la Infanta Cristina: «Es una seriedad preparada, tiene la mente en otro sitio y ni siquiera está escuchando lo que pasa». Levanté la cabeza y efectivamente, ahí estaba la típica infanta con la cabeza en otro sitio. Una vez más, la monarquía estaba fuera de peligro.
Mis padres, cuando vivían en el campo, se compraron un Yorkshire Terrier para que les avisara si alguna noche entraba alguien en la casa. Y durante años cumplió con la incómoda tarea de ladrar ante cualquier crujir de persianas. El día que entraron los ladrones no emitió ningún sonido. Todos creemos que lo escuchó todo, pero que se hizo pasar por un perro de porcelana mientras se abrazaba al osito panda de trapo con el que dormía en la cucha.