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ESTAMPA navideña. Un coche con dos bombonas de butano se estrella contra la sede del PP. La cosa tenía tanta lógica que el español medio se resistió durante horas a asumir que era un loco el que andaba seleccionando objetivos. El imaginario popular ya no se distrae fácilmente, por mucho que la señora de la limpieza dijera que el del butano casi se la lleva por delante, que a ver cómo lo explica en casa.
La campana de Paulov resonó con tanta fuerza contra las vidrieras que los periodistas salivaron un buen rato las tertulias. Aquello había roto la cadencia de que contra los cristales del PP solo nos estampábamos las moscas. Además, de zumbados estrellados en Génova 13 creíamos que ya habíamos hecho el trimestre con el ‘pequeño Nicolás’, al que en la reentrada en la atmósfera le saltó el airbag de ‘La Pechotes’.