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NO SE dejen engañar por el titular, ya saben cómo son estos de internet, porque de lo que de verdad voy a hablar es de pactos electorales. También es cierto que solo una mente enfermiza podría acabar vinculando la mayor reivindicación del monopolio de la dignidad de la historia de la democracia, con el hecho de que en mi primera residencia en Ibiza hubiera un grupo de jovencitas con hábitos de multimillonarias ejerciendo la prostitución en dos apartamentos del quinto.

No hay que hacer suposiciones fijándose solo en las calidades de los acabados. Yo tardé dos años y muchas visitas a la piscina comunitaria hasta que empecé a sospechar de mi suerte, de tanta mirada sostenida, de que quizá el color del bañador no realzaba de tal modo mis cabellos. En darme cuenta, en definitiva, de que tanta transparencia casi nunca es una opción espontánea.

Las putas de la piscina, en EL MUNDO