Tengo un amigo que lleva un año sin encontrar curro, un verdadero problema pasada la barrera de los cincuenta, con hasta estudios de secundaria, y nula experiencia en el sector privado. De él podría decirse aquello que Jabo Irureta dijo de Diego Tristán, desatando una guerra civil con Andalucía: «Procede de una cultura poco acostumbrada al sacrificio», por lo que ha acabado mendigándole un sueldo al Congreso de los Diputados.

Tras haber sido alcalde, senador y diputado en las tres últimas legislaturas no es nada fácil dejar de estar pendiente del bienestar de los ciudadanos. Me hablaba precisamente de esta desconexión hace un par de semanas, cuando me lo encontré casualmente subiéndose a su coche: «Me la suda todo». Y me imaginé al pobre mudándose a su casa de Natal, al noroeste de Brasil.

Un diputado en la cola del paro en EL MUNDO