El pasado 22 de agosto el Hospital de Formentera fue el escenario de una intervención delicada: la retirada del nombre de Jaume Matas de la puerta de entrada. No se trató de un hecho aislado. A medida que los casos de corrupción que afectaban al ex presidente balear iban aflorando, las islas arrancaban placas como sanguijuelas a los edificios, como si fuera lo mejor que se le había ocurrido a las instituciones para restaurar el daño.

La corrupción en España ha entrado en una fase arqueológica en la que iremos descubriendo cómo vivía parte de nuestra civilización en el momento más próspero de su historia. Por lo que imagino a unos tipos en el año 4.000 o 5.000 desempolvando las versiones de las placas, y echando de menos otras, como las de las posturas sexuales que coronaban las habitaciones del prostíbulo de Pompeya.

Un yonki de las placas en EL MUNDO