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ANTES DE conocer los golpes de estado simulados, el Congreso de los Diputados ya se había acostumbrado a los comicios simulados, pero no en plan Guerra de los Mundos de Orson Welles, donde sabías del engaño si habías puesto la radio desde el principio, sino que aquí, de la broma, solo se habían enterado los marcianos. Los demás tardamos mucho en saber que los leones de la entrada eran hámsters sobre la rueda de la sesión plenaria, corriendo hacia ninguna parte entre bocados de anacardo que llevarse a los mofletes, y gin tonics a 3,50.
Poco después de que Rajoy nos dejara helados con su propuesta de convertir Ibiza en el Mar del Norte o Terranova, donde el daiquiri de fresa sobre arena blanca debe estar también a la orden del día, el PP votó en contra de una propuesta del PSOE para derogar las prospecciones petrolíferas que ellos mismos concedieron, como si la oposición viniera del resacón de un pedo de gobierno, y ahora hubiera que borrarle los tatuajes del culo.