SÓLO ahora que los peritos se han visto incapaces de determinar en qué alcoba de Pedralbes Urdangarin ponía a la Infanta Cristina mirando para inopia, el juez Castro se ha visto forzado a sentarla en el banquillo por delito fiscal y blanqueo de capitales.

Presuponer conocimientos fiscales y contables en una empleada de banca resulta mera conjetura a ojos de la Fiscalía, deslizando que desde su mesita en La Caixa Cristina de Borbón se dedicaba al desmontaje de bolígrafos y al masticar de sus muelles. Pero aún más excesivo parece imputarla a sus 49 años de despreocupación en el origen del dinero, o que de repente sea agravante que su procedencia sea, como siempre ha sido, el pueblo.

El año de la cabra, en EL MUNDO