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ESTA SEMANA he pasado mucho tiempo delante del ordenador tratando de elegir entre dos fotografías la más adecuada para la información: De juerga en Ibiza con cargo a la caja madrileña. Coincidirán en que, de entre todos los gastos de los consejeros que visitaron la isla en compañía de sus tarjetas B, el más obsceno había sido el de la discoteca Amnesia, un jueves de 2011, pocos meses antes del rescate de la entidad. Allá se fue el consejero Jorge Gómez Moreno, a una fiesta Cream, ambientada en cómics de superhéroes, y abonó 370 euros con una tarjeta B a las 0.29 de la madrugada.
Creí haber elegido para el asunto una imagen inocua, pero no fue así. En ella se veía una de las salas de la discoteca y un primer plano de una gogó vestida con un top amarillo y una braga brasileña rosa con volantitos. Los comentarios en las redes sociales me hicieron darme cuenta del error. A su entender, había logrado editorializar en una sola imagen los cargos en las tarjetas B que estaban llenado más horas de tertulia: las putas y la lencería. Una interpretación que no sólo le faltaba al respeto a la muchacha; sino que elogiaba inconscientemente las dotes de gestor financiero de Gómez Moreno, al que se presuponía que iba a llegar lejísimos con sus 370 eurillos.