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Ada Colau, Barcelona, Cataluña, Felipe VI, Javier Krahe, Juan Carlos
UN UJIER asumió la capitanía y se encargó de recoger el busto de Don Juan Carlos para ofrecérselo a los medios. Ada Colau está demostrando tener la agenda repleta de citas con la historia. La última destinada a ocupar la misma sección que la amputación de la estatua de Sadam de una plaza de Bagdad, hasta que la escena fue empañada por una moviola. Ahora mismo el marcador en el salón de plenos del Ayuntamiento está dos a uno a favor de la monarquía, con el cuadro de la Reina Regente y Alfonso XIII presidiendo la sala por un lado, y Don Juan Carlos en una caja de cartón por el otro. Un resultado del que podemos deducir que la monarquía española mantiene el pulso, no tanto por el marcador, como por el hecho de que las convicciones republicanas hayan caído en manos de interioristas.
La República, como sistema basado en la fe de que elegimos a nuestros jefes de Estado mejor que la providencia divina, una conclusión discutible incluso entre los ateos, empieza a parecerse a un exoplaneta, donde se intuye que por sus condiciones es posible la vida, pero no se sabe cómo llegar a él.