A MEDIDA que me hago mayor me voy dando cuenta de que mis posibilidades de salir con vida de todo esto se están reduciendo a una velocidad pasmosa. Y eso que hago unos esfuerzos terribles por protegerme de males de lo más peregrino. Durante un tiempo la tomé con la telefonía móvil. Localicé a un amigo de la infancia que era doctor en ingeniería de telecomunicaciones para preguntarle si un teléfono móvil me podía dejar estéril, y me contestó que dependía de la fuerza con la que me lo tiraran contra los huevos.
Nunca me ha tomado demasiado en serio a la comunidad científica. Yo me veo rodeado de cables, con el portátil, la tablet y los dos móviles, y pienso en la inconsciencia sobre los males que nos acechan, una especie de Igor Kostin tomando la única foto no velada sobre la radiación de Chernóbil.