Los peores augurios de Pedro Sánchez se confirmaron, y Podemos no sólo tenía intención de votar con el Partido Popular: quería zumbárselo. Andrea Levy, en su papel de vicesecretaria de estudios, informó de que el más guapo del Congreso era uno de Burgos, y le echó el lazo por la tele. El resto se pudo seguir en twitter: «Siempre lo dijimos: la sonrisa vence al odio…la tuya de hoy lo deja claro». A lo que Levy respondió: «Si seguimos sonriendo igual hasta llegamos a una investidura». El PSOE lo tenía imposible.
A la sesión más calentorra de la historia de la democracia no fue ajeno ni Rajoy, que empezó a tender puentes con el candidato socialista, dejando por fin de llamarle tonto para llamarle corrupto, inmaduro, sectario y farsante, en lo que duró su breve intervención. «Lo nuevo no es necesariamente lo mejor», dijo sobre las doscientas propuestas del PSOE. O sobre sí mismo. O no.