Una de las mayores preocupaciones antes de tener un bebé es matarlo, con la misma inocencia que los leones marinos aplastan con su peso a las crías contra las rocas. La falta de sueño me llevó estos días a hacer algo parecido con la leche en polvo. Un leve aumento de cucharadas por mililitro de agua nos llevó a Urgencias y casi pierdo la custodia del enano. La enfermera y la pediatra me miraron con severidad, y me dijeron que rezara para que el bebé volviera a hacer caca. A las 24 horas recogimos del pañal restos de algo que parecía grava y lo celebré como el gol de Iniesta. Mi mujer todavía no me habla.

Una semana después del nacimiento tu máxima preocupación es permanecer con vida. La privación del sueño, una tortura que sin duda inventó un tipo que acababa de ser padre, te permite desarrollar otras habilidades como escribir esta columna en fase REM, cuando los globos oculares se mueven a gran velocidad bajo los párpados mientras el cerebro permanece activo.

Mucho sueño en EL MUNDO