Hubo un tiempo en el que para algunas personas, y quizá también para la policía, me dediqué al narcotráfico. Supongo que por el mismo motivo por el que, también durante un tiempo y para algunas personas, pertenecí al Opus Deio a kale borroka. Y “todo esto me ha sucedido”, como dijo Iñaki Uriarte, “en una vida en general muy tranquila, pacífica, sin grandes sobresaltos”.

Lo de la kale borroka sucedió durante mis primeros meses de estudiante en Pamplona. Hice un amigo en la universidad. Me enseñó unos bares y me presentó a su pandilla. Cantaban a Su Ta Gar y bailaban ‘Sarri, Sarrri’. Esas cosas. Yo para integrarme les hablé de Xosé Manuel Beiras como de Papa Noel, y les conté que de pequeño, en el pueblo, conseguía pequeñas detonaciones con agua fuerte y papel de aluminio. También les enseñé a cantar ‘A Rianxeira’, a la que ellos añadieron “riau-riau”, justo después del “que te vas a marear”. Le quedaba como el culo. Cuando entraba la kale borroka a refugiarse cerraban la persiana. A veces la volvía a abrir la policía. Buscaban a los que tenían las manos manchadas de quemar contenedores o lanzar cosas. A esos les mandaban salir y les pegaban un rato. Luego se iban.

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