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#naufragios

~ Artículos de Opinión de Ricardo F. Colmenero

#naufragios

Publicaciones de la categoría: Sin categoría

Colin McRae

23 sábado Dic 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Hay inviernos en la isla de Ibiza en los que tu actividad no dista mucho de la de cualquier trabajador de una plataforma petrolífera, o de esas estaciones en el Ártico, especialmente cuando no tienes novia. Cuando muera y toda mi vida pase ante mis ojos, el tipo que se encargue de seleccionar las imágenes comprobará que el año 2003 lo dediqué a trabajar y a jugar al fútbol en la PlayStation. También que una vez ambas actividades confluyeron, en concreto el 28 de julio, entre los naranjos que rodeaban un chalet de lujo de la carretera de Santa Eulalia, donde la Policía detuvo a once miembros de la camorra napolitana tras desenterrar dos arcones con 235.000 pastillas de éxtasis.

Pero antes de llegar allí tengo que confesar que labré mis mejores amistades en la isla en silencio, y apretando los botoncitos de un mando hasta altas horas de la madrugada, para que Diego Tristán les explicara por mí Galicia a tipos acostumbrados a estar rodeados de agua, y no a que les cayera del cielo. Nos encerrábamos en el piso que había alquilado al lado de Pachá y jugábamos hasta agotar el gas de la estufa, lo que nos obligaba a apretarnos en el sofá con los abrigos puestos, y a mordernos los dedos para no perder la sensibilidad. Mi amigo Mariano era el propietario de la Play, y en cierto sentido del sentido de nuestras vidas. Cómo jugaba mucho mejor que los demás siempre se pillaba el Chicago Fire, porque sus jugadores eran más lentos e imprecisos. Si le marcabas un gol trataba de asfixiarte enrollándote el cable del mando alrededor del cuello, cosa que a base de repetirlo lograba hacer con una sola mano y a gran velocidad.

Colin McRAe en EL MUNDO

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La francotiradora

16 sábado Dic 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Si ponían un tiovivo con tres filas de caballos en el puerto de Sanxenxo significaba que eran las fiestas de Santa Rosalía, y que por lo tanto se acababa el verano. Tardé muchos años en subirme a ese tiovivo, aunque cada tarde obligaba a mis padres a llevarme hasta sus pies solo para contemplarlo. Me quedaba allí quieto, viendo subir a los otros niños con envidia, quizá hasta viendo subir a Jabois con envidia, y luego cómo saludaban a sus padres en cada vuelta. Cuando se detenía mi madre me preguntaban si me quería subir y yo negaba con la cabeza. Un año, mi madre, de la que no diré que es una mujer severa sino simplemente que ha obtenido trofeos en tiro olímpico con carabina, decidió resistir mis patadas, mis gritos y mis manotazos para subirme a la fuerza a un caballo.

Me sé la historia bastante bien porque nunca he traído una pareja a casa que no tuviera que escucharla. Con un final en el que mi madre les suelta, «es un cobarde», y luego les aguanta la mirada como esperando que reconozcan su error por haberme elegido. Si no lo hacían podían escuchar más tarde que también me daban miedo los desconocidos, los conocidos, la lluvia, los trenes, la leche caliente, los vinilos y mis propios juguetes; los que tenían luces y los que hacían ruido, porque me parecía que agonizaban. Y también los santiaguiños, que me obligó a tragar en una escena similar a la del tiovivo pero en una marisquería.

La francotiradora en EL MUNDO

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El cerdo de Faulkner

09 sábado Dic 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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De todos los órganos que se iban poniendo sobre la mesa mis favoritos eran los ojos. Si había cerca algún adulto con un cuchillo le pedía que le sacara alguno al cerdo y me lo entregara. Al globo ocular siempre le colgaba un trozo de carne y yo lo agarraba como a una estrella fugaz por la cola. El objetivo era asustar a mis hermanas mayores, cuyo único contacto con la matanza era aquel ojo que dejaba sobre su colchón, o sobre su plato vacío al poner la mesa, como aquella sopa de Indiana Jones en el templo maldito. Si las pillaba de espaldas les rozaba con el ojo en una oreja, y al girarse les gritaba: «¡Te vi!». Luego me pegaban bastante. Pero siempre merecía la pena.

Risto Mejide dijo que «crecer es aprender a despedirse». Pero si eres gallego añadiría que es aprender a despedirse de un cerdo, por lo menos una vez al año. En la aldea yo nunca dejé de bautizar al mío. E incluso podía seguir refiriéndome a él por su nombre, Tristán o Gonzalo, mientras me comía su hígado cada puente de diciembre, cuando apenas llevaba unos minutos muerto, como si fuera a conferirme poderes sobrenaturales, además de un colesterol perenne; o traían la tina con su sangre extraída de la yugular para hacer las filloas, o empezaban a filetearle la papada junto a una sartén salpicada de sal gruesa, mientras la familia aguardaba en círculo portando pedazos de pan.

El cerdo de Faulkner, en EL MUNDO

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Ojo de halcón

02 sábado Dic 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Hace tiempo que sé que soy un desastre como periodista del corazón. Una vez me acosté tardísimo porque tuve que ingresar en urgencias a Ernesto de Hannover, y cuando me desperté no había ningún medio que no me hubiera pisado la exclusiva. No fue dejadez. Es que no tenía ni idea de que fuera noticia. Me interesa poquísimo la vida privada de los demás y casi nunca sé qué es lo que tengo que preguntar. Esta semana una periodista le preguntó a una modelo en un photocall que cómo titularía esta etapa de su vida, y me entró un ataque de risa, hasta que me di cuenta de que yo tenía todas las etapas de mi vida sin titular.

Después recordé que casi todos los niños de 40 años contamos la vida en ligas de fútbol, como si todos naciéramos un poco en septiembre. Tus mejores diarios son esas libretitas que había con el calendario de las jornadas. Y casi toda tu infancia puede contarse desde un bar en Galicia cubierto de serrín, al que entrabas con tus padres a última hora de la tarde, como caminando sobre nubes y con lágrimas de paraguas, para esperar a que llegara el folletín con los resultados. El otro día le pregunté a mi padre si cuando llovía todavía echaban serrín, pero me respondió que ya no llueve.

Ojo de halcón en EL MUNDO

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Testículos en la cabeza

25 sábado Nov 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Me ha llamado Gustavo, mi psiquiatra. Los psiquiatras no te llaman, los llamas tú a ellos, y a ser posible nunca. De ahí que durante un buen rato no supiera qué hacer con su nombre en la pantalla del móvil. Gustavo, además, ni siquiera es un nombre de psiquiatra. Un psiquiatra como dios manda tiene que tener nombre y apellido, normalmente del siglo XIX, y para bautizar un reloj suizo, o una caja de chocolatinas.

Hay llamadas que tienen un efecto despertador, y las de los psiquiatras se parecen mucho a las de las ex novias. Estás tranquilamente en el sofá de casa, sentado con tu cordura, y de repente regresas a ese instante de tu vida en el que estabas como José Arcadio Buendía, atado a un castaño y hablando en una lengua ininteligible, que es como se acaban todas las relaciones.

Testículos en la cabeza, en EL MUNDO

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El último farero

18 sábado Nov 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Una de las peores cosas que le pueden pasar a un periodista es que las cosas no estén donde deberían. Y no me refiero a un teléfono en la agenda del móvil, ni al cadáver al pie del andamio, ni al concejal de Obras tras las alcachofas de colores de los medios, como si olisqueara un ramo de margaritas silvestres. Me refiero a esos días en los que alguien decide de repente no interpretar su papel, y empieza a decir cosas que no has dejado escritas previamente para poder llegar antes a casa. Tener un mal día, en esta profesión, es eso que le pasó a unos compañeros de Nueva York, que grabando las declaraciones de un bombero que había sofocado un pequeño incendio se les coló en la toma un avión chocando contra una torre gemela.

En Ibiza pasa muy a menudo que casi nadie es quién dice ser para poder ocultar un pasado en el que se esconde la noticia. En uno de los primeros juicios que cubrí un tipo había apuñalado a otro en una discusión de tráfico. Antes de entrar en la sala me entretuve hablando con el único testigo. Un austríaco que pasaba por allí con su coche. Y con Cristina, la abogada del acusado, con quién años más tarde entablé una efímera amistad. Estás ahí charlando, antes de un juicio de lo más simple, y de repente descubres que el austríaco es un multimillonario dedicado a la compra de diamantes de sangre, y que Cristina había sido monja de clausura en Argentina antes de especializarse en la defensa de narcotraficantes de Ibiza.

El último farero en EL MUNDO

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‘It’

11 sábado Nov 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Iago ha empezado a levantarse solo, y creo que ya tengo el síndrome del nido vacío. En lugar de venir a mi cama a incordiar prefiere deambular por la casa. Habla a susurros con sus juguetes, o con un paquete de clínex, en su idioma ininteligible de bebé, como planeando una fuga que fracasa con el tintineo de las llaves de la puerta rozando con las yemas de sus dedos.

Es un detalle que intente no despertarnos en sus huidas previas a las siete de la mañana, pero aunque trates de permanecer en la cama pronto te das cuenta de que no tiene ningún sentido. El avatar se desplaza pero eres tú el que desde la cama se corta en el cajón de los cuchillos, o saborea el azul del suavizante concentrado, enciende el horno, vacía los restos del biberón de la noche anterior sobre el cheslong, tira el módem por el balcón o apuñala la tele de plasma con las pinturas de cera. En el mejor de los casos no te despiertas, y entonces amaneces en un salón plagado de varillas de espagueti, lentejas como una plaga de insectos y latas de conserva.

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Dejar de fumar

04 sábado Nov 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Fue el escritor David Torres quien más me animó a escribir. Ahora es quien más me anima a permanecer con vida, por eso me recomienda cápsulas de levadura de arroz rojo. Y lecitina. En la revisión médica del trabajo cada vez tengo que anotar más cosas. El problema es que ha engordado tanto mi currículum de dolencias como mi capacidad para empatizar con las que me sugiere el cuestionario.

En la parte de si manejaba materiales peligrosos, ayer puse que las palabras, y se lo entregué así a una enfermera joven y de melena rubia que al leerlo no le prestó atención, o le prestó la atención que merecía un imbécil. Luego me hizo apretar cosas, me golpeó las muñecas con un minibastón, me hizo leer, oír, soplar. Con el electro busqué su mirada como busco la de las azafatas cuando hay turbulencias, no sea que antes del impacto contra el suelo decida incumplir el protocolo de seguridad y se muerda las uñas. En mi primera revisión laboral me vieron no sé qué en el ventrículo y me dijeron que no me preocupara, principalmente porque no se podía hacer nada, ni siquiera dejar de fumar, porque no fumaba, lo que aumentó mi preocupación.

Dejar de fumar en EL MUNDO

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La Cataluña de Julio Verne

28 sábado Oct 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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De noche, la isla de Formentera, desaparece. Lo descubrí el miércoles tratando de seguir un sendero que debía transcurrir entre campos de higueras, de esas que las estacas ayudan a crecer como platillos volantes, pero que bien podía estar atravesando el Mediterráneo. Acababa de cubrir el partido de Copa del Rey entre el Athletic de Bilbao y el Formentera, y de descubrir que los cronistas deportivos escriben sus textos durante la segunda parte, por lo que cuando salí de allí lo hice atravesando un estadio iluminado y vacío, como extraído de un episodio de The Walking Dead.

De alguna forma que desconozco conseguí llegar al autobús que debía devolverme al puerto para coger el último ferry con destino a Ibiza. Para mi sorpresa el conductor me estaba esperando en la puerta y no era conductor, sino conductora, muy guapa, es decir, acostumbrada a manejar maquinaria pesada, e iba vestida en ropa de spinning. Lo primero que me dijo fue que si no llegábamos al ferry me podía quedar a dormir en su piso. Un canto de sirena que no descifré hasta que la vi girar el volante gigante del autobús como si desenroscara el tapón que hundiría la isla.

La Cataluña de Julio Verne en EL MUNDO

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La perra de Chandebrito

21 sábado Oct 2017

Posted by rfcolmenero77 in Sin categoría

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Además de los domingos, más o menos cuando mis padres salen de misa, tengo por costumbre llamar a casa durante las olas de incendios, más que nada para saber si todavía hay casa a la que llamar. Las madres gallegas retransmiten los incendios como las borrascas y los entierros, como recordando que no somos nadie ante la atmósfera.

La de Galicia hace mucho que es irrespirable, pero como una muerte dulce de brasero. De niño, de adolescente, de universitario, o cada seis o siete años, mi padre repite un ritual que consiste en regar los cipreses de la entrada, confiando en que el fuego se detenga como ante la visión de un crucifijo o una ristra de ajos. En las crónicas de los incendios el miedo se dibuja con forma de tsunami amarillo de veinte metros de altura, pero en realidad hay algo más aterrador: el ruido. Lo recordé al escuchar a la madre de una aldea de Melón contar cómo su niño de cuatro años se había hecho pis encima horas antes de que el fuego devorara su casa, porque eso es exactamente lo que hace el fuego, masticar hectáreas con un crujir de cereales en el desayuno, como el monstruo de un cuento.

La perra de Chandebrito en EL MUNDO

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